Un clásico para relajarse, salir de la rutina, y tal vez encontrar tu segundo hogar
A menos de dos horas de la Ciudad de México se encuentra Valle de Bravo, un destino favorito para los amantes de la naturaleza, la aventura y el descanso. Su clima templado y semifrío, con veranos frescos, lo convierten en el sitio ideal para quienes prefieren escapar del calor y vivir unos días en una atmósfera acogedora.
El tesoro más grande de Valle de Bravo son sus bosques, que además de darle a la ciudad su característico clima y convertirlo en un gran atractivo turístico para los amantes de la naturaleza, juegan un rol crucial en el equilibrio del ecosistema. Los bosques que rodean Valle de Bravo albergan una variedad de especies de flora y fauna que contribuyen de forma significativa a la polinización, fertilización de los suelos, control de plagas y preservación de los recursos hídricos. Además, muchas especies de plantas de la zona proporcionan remedios naturales que se utilizan en la medicina tradicional mexicana. Entre las especies que enriquecen los bosques de la zona, se encuentran el pino, el encino y el oyamel, que aportan belleza, producen oxígeno, conservan los suelos, regulan la temperatura y son refugio para la fauna local, que incluye especies tan importantes como la majestuosa águila real, ave nacional de México, el pájaro carpintero y el teporingo o conejo de los volcanes, un pequeño mamífero endémico en peligro de extinción.
El atractivo por el que muchos visitantes acuden a Valle de Bravo es el lago de Avándaro. Este lago se originó hacia finales de la década de 1930 con la construcción de la planta eléctrica de Ixtapantongo, en la que se inundaron 2,900 hectáreas que hoy conforman este lago artificial, que se ha convertido en el principal atractivo del lugar. En el lago de Avándaro es posible practicar todo tipo de deportes acuáticos como kayak, pesca deportiva, vela, esquí acuático y paddle surf.
Valle de Bravo es un destino muy completo y tiene alternativas para todos los gustos. Además de sus magníficas rutas de senderismo y sus espléndidos escenarios naturales, la ciudad por sí misma es un gran destino con mucho por descubrir. Las calles adoquinadas del centro y su característica arquitectura vallesana son el marco ideal para disfrutar de un día de ensueño. Disfruta de la exquisita gastronomía regional en sus restaurantes tradicionales, visita el Templo de Santa María Ahuacatlán, la Stupa budista más grande de occidente, con 36 metros de altura, hospédate en alguno de sus exclusivos hoteles boutique, disfruta de tratamientos Spa de clase mundial y descubre que el paraíso puede estar más cerca de lo que imaginas.
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