La Dieta Mediterránea

Una alternativa de alimentación saludable y consciente que aporta grandes beneficios al cuerpo, mente y espíritu

La dieta mediterránea, un bien cultural inmaterial que se originó en los países de la cuenca del Mediterráneo, donde el clima benigno, junto con los suelos y aguas fértiles producen alimentos de origen vegetal y animal que, combinados de manera sabia y balanceada, conforman uno de los sistemas de alimentación más saludables y celebrados del mundo, considerado desde 2013 Patrimonio de la Humanidad. ¿En qué consiste esta dieta y cuáles son sus grandes beneficios?

Desde hace varias décadas, el concepto de dieta mediterránea se asocia con una idea de salud y calidad de vida, aunados a frescura, sabor y variedad de ingredientes. Distintos estudios científicos han demostrado que este patrón de alimentación, basado en elementos que han estado presentes en la región desde tiempos ancestrales y en hábitos alimentarios autóctonos, reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, combate la obesidad e incluso mejora el estado de ánimo y aumenta los niveles de energía.

La dieta mediterránea tiene como base frutos y frutos secos, legumbres y vegetales frescos en abundancia, pan de grano entero y cereales, lácteos como yogurt y queso, carnes, huevos y pescados con moderación, y el aceite de oliva como elemento clave. Este aceite se distingue por su algo contenido de ácido oleico, una elevada relación de ácidos grasos monoinsaturados y ácidos grasos saturados, además de vitamina E y betacarotenos, que protegen el corazón, aumentan la densidad energética de los alimentos, además proporcionar un sabor y aroma exquisitos. Otra característica importante de este estilo de alimentación es que prefiere los alimentos de temporada, naturales o poco procesados, de tal modo que se aprovechan sus valores nutricionales al máximo y se evitan los conservadores. El agua natural es la bebida principal de la dieta mediterránea, con un consumo moderado de vino. Cabe señalar que si bien este enfoque alimenticio aporta grandes beneficios, es importante respetar las porciones, ya que algunos de sus elementos, como el pan, las grasas y los productos de origen animal deben consumirse en menor proporciones, mientras que los frutos, legumbres y vegetales, en mayores cantidades. En un mundo dominado por la prisa, la comida rápida y los productos ultra procesados, la dieta mediterránea es una propuesta que va más allá del mero acto de comer y se convierte en una filosofía de vida. Esta forma de nutrir nuestro cuerpo nos enseña a apreciar la frescura y sabor natural de los alimentos, revalorar el tiempo que invertimos en su preparación, respetar y equilibrar los distintos grupos de alimentos, pero también promueve la actividad física y el disfrute de la vida a través de todos los sentidos.

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